Hace ya 16 años del primer día que hice un viaje de más de una hora sin mediar palabra
con mis padres, en el coche, dirección Girona – Avinguda Diagonal 639, de morros… no
lo olvidaré jamás.
Estaba tremendamente disgustada porque gasté todos mis recursos de adolescente
convenciendo (incluso chantajeando diría yo) a mis progenitores porque no quería estar
en una residencia, quería compartir piso!!!
Recuerdo que nada más llegar, la “tribu” penyata me acogió como una gran familia, y
en 10 minutos ya ni me acordaba de mis padres, ni del piso tan estupendo que me habían
enseñado mis amigas ni de todos mis argumentos frustrados sobre las bondades de vivir
en un piso de estudiantes.
En el colegio mayor conocí a gente maravillosa, me conocí a mi misma y por qué no
decirlo, al amor de mi vida, hoy mi compañero de viaje convertido en un zombi que
mendiga horas de sueño gracias a nuestras dos hijas…. 😉 De hecho, esta foto es de hace 3
años, una semana antes de nuestra boda, en la biblioteca del Penyafort, porque no podía
ser en otro sitio…
En el Penyafort me convertí en licenciada en matemáticas, pero creo que me convertí en
algo mucho más grande, en una persona capaz de compartir alegrías, penas, estrés, risas
y en tomar mis propias decisiones con valentía.
Así que cuando noté que mi corazón me pedía aparcar los tecnicismos, las finanzas y las
promociones y embarcarme en un proyecto personal mucho más creativo no lo dudé un
segundo.
Monté http://mamiclic.com/ como revista y consultoría de embarazo para ayudar a papás que
estaban tan perdidos como nosotros en esta nueva etapa y para poder proporcionarles
esa tribu que aprendí a querer y que tanto me ayudó en el Penyafort.
Como veis, esos 110 kilómetros de rebeldía y frustración han sido la mejor inversión de mi vida… y
aprovecho para deciros que aquí me tenéis para lo que necesitéis, reír, llorar, dudar…
Un abrazo.